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Al Borde
Mis años de trabajo fotográfico, en diálogo profundo e íntimo con el mar, buscan alabar la naturaleza en su carácter sublime. Bajo esta luz, hay ciertos recuerdos (coleccionados con específica paciencia) que de pronto empezaron a ganar un nuevo sentido. Recuerdos que me remiten a la unión primigenia entre el cuerpo y la naturaleza. Y la fotografía me resulta una herramienta mediadora crucial para indagar en este vínculo.
Mediante un rito cotidiano de aproximación respetuosa hacia el entorno marino -y alejado del ruido del mundo-, mis fotografías buscan conectar con la memoria de esta reciprocidad ancestral que existe entre el mar, el sol, los seres vivos y nuestras sociedades humanas.
Se trata de recuperar, para la existencia, aquel equilibrio de una vida en medio de la naturaleza.
Y cuando sucede que la prepotencia aberrante de los hombres invade el entorno natural con indelebles lámparas, las incorporo también, para deconstruir su valor original y hacerlas fugaces chispas en el mar.
La herramienta fotográfica nos vincula con la realidad, tiende un puente, representa lo real como forma. Pero, en mi búsqueda, la fotografía no pretende congelar un instante objetivo o un momento preciso, sino manifestar la impermanente repetibilidad de la vida, el movimiento constante y sutil de las sustancias y de los fenómenos.
Por esto mismo, pongo especial atención en la luz y en las temporalidades del mundo natural. Pero también exploro esas distintas circunstancias climáticas y ambientales con una mirada poética, onírica, a veces extática y casi siempre gestual, caligráfica.
Encuentro en esto una conexión con el land art, que entiende a la naturaleza como templo y como lugar de experimentación y que encuentra en ella una gran libertad expresiva.
En mi búsqueda de un arte personal e intuitivo, donde predomine la visión interior, incorporo mi propia gestualidad a los movimientos del mar y de los pájaros. En este sentido me siento cercano a las premisas del expresionismo abstracto y del action paint, dado que muchas veces me sucede que transformo la fotografía en una cuestión pictórica y elijo mi paleta trabajando principalmente muy temprano en la mañana, para encontrar los colores fuertes del crepúsculo aún con baja luminosidad. Posteriormente -durante el proceso de edición- exagero los colores y el contraste con virulencia subjetiva (según lo sienten mis retinas), aproximándome en esto al fauvismo.
Otra estrategia de escape de lo figurativo y de encuentro con mi pasión acuática está en las transparencias: las gotas y las burbujas ante el sol y la eliminación de todo color. Allí, en las formas imperfectas y singularísimas de cada momento acuático, se pone de manifiesto la bella diversidad natural, dónde no hay lugar para cánones únicos.
Es el ritual quien conduce a los resultados. Mis fotos bien podrían ser descartadas, pues vendrán siempre nuevas tomas, captadas en cada liturgia vivida en el entorno marino, que se repite siempre único, cambiante, transitorio.